En Grecia, como prácticamente en toda la Antigüedad, domina lo general sobre lo individual, lo cósmico sobre lo propiamente humano, el destino sobre la soberanía de la libertad; de modo que falta incluso el concepto de /persona. Pero ya en el pensamiento griego podemos encontrar una primera veneración hacia el hombre y la tendencia a destacar su /dignidad sobre el orden cósmico natural. En las tragedias griegas se atisban protestas de la libertad contra el destino ciego; en la sofística, con todas sus limitaciones, se da una primera contracción del pensamiento a la dimensión humana que, sobre todo Sócrates dignifica por la vía de la virtud y del «conócete a ti mismo»; es la primera revolución personalista conocida. La ética aristotélica y el amor universalista estoico son también hitos de esta toma de conciencia. Pero donde el personalismo encuentra decisivas aportaciones es con la novedad del /cristianismo. Ya en la profunda experiencia religiosa del pueblo judío, aparecen con claridad las raíces del personalismo: en su literatura sapiencial, y en su vigoroso profetismo y su defensa del hombre concreto, del / pobre, del huérfano y de la viuda. Se cree en el Dios trascendente y personal, creador del mundo, que vacía el mundo de dioses y lo hace el lugar propio del hombre, creado a imagen del mismo Dios, en el que aquel proyecta responsablemente su libertad, en un tiempo no ya cíclico-natural, sino abierto como historia humana e historia de salvación. El hombre es vocación, llamada a una existencia de la que es responsable y en la que el riesgo del pecado no hace sino subrayar su libertad, incluso respecto del Dios que le llama al ser y a la /gracia, que incluye la regeneración del perdón. Y la /comunidad ya no es sólo el género próximo y anterior que llena su identidad, sino también, y ante todo, el fruto de una contribución libre por la que cada uno aporta riquezas inéditas antes de él: la comunión creada por el amor mutuo, comunión de corazón y de bienes, parte esencial de la vocación del cristiano

Con el cristianismo quedan dibujadas las grandes líneas del personalismo comunitario, y se entiende la relación del hombre con el mundo y con el mismo Dios como un gran diálogo en el que, además de la sacra mentalidad del mundo, tiene importancia primordial la sacra mentalidad, de la historia y de la palabra. Hasta el punto que la misma Palabra de Dios se hace palabra humana en Cristo; y, por él, se hace del /prójimo el lugar privilegiado de la exigencia moral y de la experiencia religiosa.

No hay comentarios:
Publicar un comentario