gabriel marcel

GRABIER MARCEL



Dramaturgo y filósofo francés (París, 7 de diciembre de 1889- Paris 8 de octubre de 1973) sostenía que tan solo pueden ser comprendidos en las situaciones específicas en que se ven implicados y comprometidos. Esta afirmación constituye el eje de su pensamiento, calificado como existencialismo, cristiano o personalismo.


Estudió cuatro años de filosofía en la Sorbona. Desde 1910 comenzó a estudiar a los pensadores ingleses como Bradley y Bosanquet. Entró en contacto con el idealismo alemán especialmente con Fichte y Hegel aunque desde una postura crítica, recibió clases de Charles Péguy, Jacques Maritain y Henri Bergson.

En su primer libro, Diario metafísico, Marcel distinguió la reflexión primaria, que tiene que ver con los objetos y las abstracciones. Esta reflexión alcanza su forma más elevada en la ciencia y la tecnología.

A diferencia de otros existencialistas, hizo hincapié en la participación en una comunidad en vez de denunciar el ontológico aislamiento humano. En cuanto a la familia, Marcel tras reflexionar en su experiencia de temprana muerte de su madre, afirmaba que la familia era una especie de símbolo de una realidad personal mucho más rica y profunda donde el amor recíproco.


Las claves del pensamiento de Gabriel Marcel tienen como punto de partida las vivencias experimentadas por el filósofo durante la Primera Guerra Mundial. Otro elemento importante dentro de su reflexión filosófica reside en el lugar que a la corporeidad humana le otorga, No posee un cuerpo al igual que posee determinadas cosas, sino que se relaciona con él de un modo totalmente peculiar que, entre otras cosas, le permite poseer determinados objetos.


El centro de su antropología; una consideración del hombre como imago Dei, como apertura y referencia a Dios, una dimensión que confiere a la persona un valor sagrado e inviolable y fundamenta de modo definitivo su dignidad.


Marcel hace una marcada diferencia entre el ser y el tener, esto no hacía más que agravar su crisis de sentido, puesto que en las cosas nunca se puede encontrar una plenitud existencial.





ESCUELA DE PERSONALISMO


Surge en Europa entre las dos guerras mundiales y que tiene la virtud de ofrecer una alternativa tanto al individualismo como al colectivismo, desde un punto de vista técnico-filosófico el personalismo sostiene como tesis central que la noción de persona es la categoría filosófica esencial en la elaboración de la antropología.


Pero también en el lenguaje filosófico, en el que se ha entendido el personalismo como una forma sutil de designar el individualismo y el espiritualismo desencarnado.


Pero donde el personalismo encuentra decisivas aportaciones es con la novedad del cristianismo. Ya en la profunda experiencia religiosa del pueblo judío, aparecen con claridad las raíces del personalismo: en su literatura sapiencial, y en su vigoroso profetismo y su defensa del hombre concreto, del pobre, del huérfano y de la viuda.


Con el cristianismo quedan dibujadas las grandes líneas del personalismo comunitario, y se entiende la relación del hombre con el mundo y con el mismo Dios como un gran diálogo en el que, además de la sacra mentalidad del mundo, tiene importancia primordial la sacra mentalidad, de la historia y de la palabra.


viernes, 11 de julio de 2014

PERSONALISMO


 EL PERSONALISMO :



El personalismo está gravado de una ambigüedad casi crónica. Si acudimos a cualquier diccionario de filosofía nos encontraremos con que remiten a toda filosofía que afirma la primacía de la persona sobre la realidad material o sobre las abstracciones idealistas, sea porque sostiene el valor superior, ontológica, moral y socialmente, de la persona humana o supra humana, sea porque, en un sentido más estricto, cifra en el significado de la persona el significado de toda la realidad. Si, por el contrario, consultamos un diccionario de la lengua española encontraremos un significado netamente negativo
Esta ambigüedad se refleja en el lenguaje cotidiano, en el que domina el uso negativo, pero también en el lenguaje filosófico, en el que se ha entendido el personalismo como una forma sutil de designar el individualismo y el espiritualismo desencarnado. Nosotros, estando atentos a estos malentendidos, tomamos el personalismo en el primer sentido indicado y, de manera especial, en el que le ha dado Mounier y el grupo nucleado en torno a la revista Esprit.
En Grecia, como prácticamente en toda la Antigüedad, domina lo general sobre lo individual, lo cósmico sobre lo propiamente humano, el destino sobre la soberanía de la libertad; de modo que falta incluso el concepto de /persona. Pero ya en el pensamiento griego podemos encontrar una primera veneración hacia el hombre y la tendencia a destacar su /dignidad sobre el orden cósmico natural. En las tragedias griegas se atisban protestas de la libertad contra el destino ciego; en la sofística, con todas sus limitaciones, se da una primera contracción del pensamiento a la dimensión humana que, sobre todo Sócrates dignifica por la vía de la virtud y del «conócete a ti mismo»; es la primera revolución personalista conocida. La ética aristotélica y el amor universalista estoico son también hitos de esta toma de conciencia. Pero donde el personalismo encuentra decisivas aportaciones es con la novedad del /cristianismo. Ya en la profunda experiencia religiosa del pueblo judío, aparecen con claridad las raíces del personalismo: en su literatura sapiencial, y en su vigoroso profetismo y su defensa del hombre concreto, del / pobre, del huérfano y de la viuda. Se cree en el Dios trascendente y personal, creador del mundo, que vacía el mundo de dioses y lo hace el lugar propio del hombre, creado a imagen del mismo Dios, en el que aquel proyecta responsablemente su libertad, en un tiempo no ya cíclico-natural, sino abierto como historia humana e historia de salvación. El hombre es vocación, llamada a una existencia de la que es responsable y en la que el riesgo del pecado no hace sino subrayar su libertad, incluso respecto del Dios que le llama al ser y a la /gracia, que incluye la regeneración del perdón. Y la /comunidad ya no es sólo el género próximo y anterior que llena su identidad, sino también, y ante todo, el fruto de una contribución libre por la que cada uno aporta riquezas inéditas antes de él: la comunión creada por el amor mutuo, comunión de corazón y de bienes, parte esencial de la vocación del cristiano